Clica una miniatura per anar a Google Books.
S'està carregant… Alchemists and goldde Jacques Sadoul
Cap S'està carregant…
Apunta't a LibraryThing per saber si aquest llibre et pot agradar. No hi ha cap discussió a Converses sobre aquesta obra. EL TESORO DE LOS ALQUIMISTAS PRÓLOGO La vida no es fácil en el Nuevo Mundo, ni siquiera para un boticario -se decía, cavilosamente, Mr. Starkey, quien había emigrado de Inglaterra a América hacia principios del siglo XVII. Mientras pronunciaba tales palabras, quitó el letrero, "Se alquila habitación", que había colocado en el escaparate de su establecimiento. El nuevo arrendatario, un tal John Smith -sin duda un nombre ficticio-, era un hombre de edad indefinida, estatura mediana y rostro vulgar, aunque inteligente. Bueno, por lo menos éste no le causaría tantos trastornos como aquel borracho que el invierno anterior había importunado a la hija del vecino. En efecto, Mr. Smith fue un modelo de inquilinos, hasta el punto de que Starkey olvidó casi su existencia. Pero cierto día su arrendatario le pidió permiso para utilizar el pequeño labo- ratorio de la farmacia. Al parecer -según sus explicaciones- deseaba ensayar un nuevo colorante. Mr. Starkey accedió de buen grado; pero al encontrar algo extraña aquella solicitud, sugirió a su hijo George que observara la operación por un resquicio del postigo. Así, pues, el joven se apostó donde se le había dicho y vio que Mr. Smith entraba en el laboratorio con un saco poco vo- luminoso, pero evidentemente muy pesado. Sacó de él algunos trozos de metal grisáceo y mate, probablemente plomo, para colocarlos en un crisol, bajo el cual encendió un fuego muy vivo. Cuando el metal alcanzó su punto de fusión, el hombre se rebuscó los bolsillos y extrajo una cajita, que contenía un polvo rojizo. Entonces George le vio coger una pulgarada de aquella sustancia pulverulenta, para mezclarla con un poco... EL TESORO DE LOS ALQUIMISTAS Entrevista al autor En la Edad Media, los alquimistas trataban de fabricar oro trasmutando un metal en otro; tal es el concepto más corriente acerca de esta ciencia tradicional. Pero, ¿querían sólo fabricar oro, y fue únicamente la Edad Media la que se benefició de sus actividades? Contrariamente a la opinión generalizada, no está excluido que la alquimia sea practicada en nuestra época y, entre otros,en Francia, tal como se hacía en tiempos de Alberto Magno,por ejemplo. Numerosos alquimistas conocidos laboran en el horno, y un número aún más elevado de ellos trabaja en secreto y a espaldas de todo el mundo. Existe incluso un colegio iniciático de alquimia, que se ampara en la doctrina Rosa-Cruz, el cual agrupa algunas decenas de miembros. Me ha parecido, pues, interesante, al comienzo de esta obra, y al objeto de entrar directamente en el meollo del asunto, entrevistar a uno de esos alquimistas modernos e interrogarlo sobre su arte. Señalemos que él no se definiría a sí mismo como alquimista,pues ya no trabaja actualmente en el laboratorio, sino como un «amante de la Ciencia», expresión que designa a una persona iniciada en ciertos arcanos de la alquimia, pero que no trabaja en la actualidad en la elaboración del magisterio filosofal, dicho de otra manera, de la Piedra. Este hombre se llama Bernard Husson. De cuarenta años JACQUES SADOULde edad, sus actividades profesionales no guardan ninguna relación con la ciencia de Hermes. Desconfía de los periodistas,pero ha leído mi ensayo anterior sobre este mismo tema, y ha aceptado responder a mis preguntas. J. S. —¿Existen aún alquimistas en mil novecientos setenta y cinco? B. H. —¡Desde luego! Conocerá usted, por supuesto, los ejemplos de Eugéne Canseliet y Armand Barbault, cuyas obras, por varias razones, son sumamente interesantes y de auténtico valor. Conozco algunos otros alquimistas, que me agradecerán que no los nombre, como aquel ingeniero comercial que interrumpió deliberadamente, poco después de cumplir los cuarenta a la práctica de la años a la práctica de la , una carrera brillante para ir a instalarse en un retiro campestre donde intención de consagrar el resto de su existencia a la alquimia, tras haber estudiado a fondo los textos durante diez años. He conocido también a un ingeniero químico que trabajó largo tiempo en países musulmanes, en donde se relacionó con alquimistas. Siguiendo sus enseñanzas, había «fabricado oro»,muy poco, ciertamente, pero el suficiente a sus expertos ojos de químico como para convencerlo de la realidad positiva de ciertas operaciones alquímicas. J. S. —Con relación a los siglos anteriores, ¿cree usted que ahora hay más o menos alquimistas practicantes? B. H. —Me parece que cada vez hay más contemporáneos,en el sentido literal de la palabra, es decir, de adultos, dedicados, por otra parte, a actividades de la vida moderna, que consagran una parte importante de su tiempo y de sus medios a la práctica de la alquimia. Hay aquí, creo, un hecho nuevo con relación a lo que ocurría a fines del siglo xrx, y antes de la guerra del catorce, cuando era una nota de distinción, entre las gentes adineradas, poseer una hermosa biblioteca y un laboratorio alquímicos, aunque uno y otra estaban destinados, sobre todo, a ser mostrados a los amigos y conocidos. J. S. —¿Qué opina usted de las asociaciones «secretas» quese amparan en el nombre de la Rosa-Cruz o en el de alguna otra sociedad de los siglos pasados, y que pretenden dar unainiciación alquímica? B. H. —Veo que usted ya se da cuenta de la contradicción interna existente en su pregunta. Si la organización «secreta» en cuestión es válida, permanece secreta. Efectivamente, en el siglo XVIII existieron semejantes asociaciones en Europa. Pero no he tratado de descubrir si existen o no hoy en día,prefiriendo llegarme por mí mismo a las fuentes de información escritas, cuyo acceso es perfectamente libre en las bibliotecas universitarias J. S. —¿Cómo llegó usted a interesarse por la alquimia? B. H. —En lo que a mí concierne, ignoraba todo lo relativo a este arte hasta los veinticuatro años. Siendo muy joven, me había interesado por la Química y la Historia de las ciencias,pero luego el objeto de mis estudios fueron, sobre todo, las religiones comparadas y la Metafísica. Al llegar a la edad en que uno se plantea la cuestión del futuro, busqué una vía tradicional de realización espiritual. Precisamente en ese momento,fue cuando hallé individualidades calificadas en el conocimiento teórico y práctico de la alquimia, las cuales me hicieron descubrir las obras de Fulcanelli y de Canseliet. Dediqué varios años al estudio crítico de esos textos, así como de las obras de los siglos precedentes, respecto a las cuales me ...... Sense ressenyes | afegeix-hi una ressenya
Pertany a aquestes sèries
It has often been asked whether true alchemists ever really existed. This book shows that the knowledge gleaned by alchemists over the centuries can still be of real use today. Sadoul traces the fascinating history of men whose names are familiar as well as some whose names are less well known, who have worked in past centuries, and of some who are still working in the world today. No s'han trobat descripcions de biblioteca. |
Debats actualsCapCobertes populars
Google Books — S'està carregant… GèneresClassificació Decimal de Dewey (DDC)540.1Natural sciences and mathematics Chemistry Chemistry Theory And InstructionLCC (Clas. Bibl. Congrés EUA)ValoracióMitjana:
Ets tu?Fes-te Autor del LibraryThing. |
Título original, Le tresor del Alchimistes, traducida por Manuel Vázquez. ( )