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Cartas de un ESTOICO: Las 124 cartas de Séneca a Lucilio (Spanish Edition)

de Lucio Anneo Séneca

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2Cap5,247,133CapCap
***Segunda edición (noviembre 2021). Revisada y corregida.*** Quizá pensamos que vamos a estar aquí para siempre, que las personas que queremos van a estar aquí para siempre. Hoy día podemos comprar casi cualquier cosa con nuestros teléfonos de última generación sin mover el culo del sofá de nuestra casa, comunicarnos al instante con una persona que se encuentre al otro lado del planeta, medios de transporte inimaginables hace tan sólo 100 años que han acercado los continentes, calefacción en invierno, aire acondicionado en verano, televisión por cable, Internet de alta velocidad... Todas estas comodidades nos hacen vivir dormidos en un cómodo sueño de seguridad perpetua totalmente falso. "Mortal es todo el bien de los mortales". Mortales son todos los bienes que poseemos y disfrutamos, mortales somos. Pero hay algo que no muere jamás: la virtud. Este mensaje es uno de los que intenta transmitir Séneca en sus cartas a su buen amigo Lucilio. Estos escritos son una de las fuentes de referencia del estoicismo, que a día de hoy, siguen siendo aplicables. El objetivo de esta edición de las Cartas a Lucilio es poder acercar el estoicismo a cualquier persona, aunque no tenga ni idea de filosofía. Para ello, he "traducido" las enseñanzas de Séneca, del castellano antiguo, de una traducción directa del latín con más de 130 años, a un castellano más actual, fácil de leer y de entender. Aquí tienes la primera de las cartas: 1. DEL USO DEL TIEMPO De tal manera debes obrar, querido Lucilio: Que seas dueño de ti mismo, recoge y conserva el tiempo que acostumbran arrebatarte, sustraerte o que dejas perder. Persuádete de que te escribo cosas ciertas: nos arrebatan parte del tiempo, nos lo sustraen o lo dejamos perder. La peor de todas estas pérdidas es la que ocurre por negligencia propia; y, si atentamente lo consideras, verás que se emplea considerable parte de la vida en obrar mal, mayor aún en no hacer nada y toda en hacer lo contrario de lo que se debía. ¿Quién me presentarás que dé su verdadero valor al tiempo? ¿que aprecie el día? ¿que comprenda que diariamente se acerca a la muerte? Nos engañamos al considerar que la muerte está lejos de nosotros, cuando su mayor parte ha pasado ya, porque todo el tiempo transcurrido pertenece a la muerte. Haz, pues, querido Lucilio, lo que me escribes que haces; emplea bien todas las horas y menos necesitarás del porvenir cuanto mejor trabajes en el presente. Mientras nos detenemos, transcurre el tiempo. Todas las cosas nos son ajenas, querido Lucilio; solamente es nuestro el tiempo. De esta única cosa nos puso en posesión la Naturaleza, pero es tan ligera y resbaladiza que nos la puede quitar cualquiera; y tal es la necedad de los hombres, que agradecen las bagatelas que se les conceden y por nada cuentan el tiempo que se les ha dado y sin embargo, tan grande cosa es que ni el más generoso podría pagar jamás. Me preguntarás tal vez qué hago yo que tales consejos te doy. Confesaré ingenuamente que obro como los que viven en el lujo, pero con economía: llevo cuenta de mis gastos. No puedo decir que no pierdo nada, pero diré cuánto y cómo pierdo; es decir, daré cuenta de mi pobreza. Me ocurre como a los que han caído en estrechez sin culpa propia: todos les compadecen y ninguno les socorre; ¿qué importa? no contemplo pobre al que se contenta con lo que le queda. Te deseo, sin embargo, que conserves lo poco que tienes y que comiences desde temprano; porque, como decían nuestros mayores, inútil es la economía cuando no queda ya nada. Lo que queda en el fondo no solamente es poco, sino que además es malo. Adiós.… (més)
Afegit fa poc perJuanma.Droguett
Cap
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Referències a aquesta obra en fonts externes.

Wikipedia en anglès

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***Segunda edición (noviembre 2021). Revisada y corregida.*** Quizá pensamos que vamos a estar aquí para siempre, que las personas que queremos van a estar aquí para siempre. Hoy día podemos comprar casi cualquier cosa con nuestros teléfonos de última generación sin mover el culo del sofá de nuestra casa, comunicarnos al instante con una persona que se encuentre al otro lado del planeta, medios de transporte inimaginables hace tan sólo 100 años que han acercado los continentes, calefacción en invierno, aire acondicionado en verano, televisión por cable, Internet de alta velocidad... Todas estas comodidades nos hacen vivir dormidos en un cómodo sueño de seguridad perpetua totalmente falso. "Mortal es todo el bien de los mortales". Mortales son todos los bienes que poseemos y disfrutamos, mortales somos. Pero hay algo que no muere jamás: la virtud. Este mensaje es uno de los que intenta transmitir Séneca en sus cartas a su buen amigo Lucilio. Estos escritos son una de las fuentes de referencia del estoicismo, que a día de hoy, siguen siendo aplicables. El objetivo de esta edición de las Cartas a Lucilio es poder acercar el estoicismo a cualquier persona, aunque no tenga ni idea de filosofía. Para ello, he "traducido" las enseñanzas de Séneca, del castellano antiguo, de una traducción directa del latín con más de 130 años, a un castellano más actual, fácil de leer y de entender. Aquí tienes la primera de las cartas: 1. DEL USO DEL TIEMPO De tal manera debes obrar, querido Lucilio: Que seas dueño de ti mismo, recoge y conserva el tiempo que acostumbran arrebatarte, sustraerte o que dejas perder. Persuádete de que te escribo cosas ciertas: nos arrebatan parte del tiempo, nos lo sustraen o lo dejamos perder. La peor de todas estas pérdidas es la que ocurre por negligencia propia; y, si atentamente lo consideras, verás que se emplea considerable parte de la vida en obrar mal, mayor aún en no hacer nada y toda en hacer lo contrario de lo que se debía. ¿Quién me presentarás que dé su verdadero valor al tiempo? ¿que aprecie el día? ¿que comprenda que diariamente se acerca a la muerte? Nos engañamos al considerar que la muerte está lejos de nosotros, cuando su mayor parte ha pasado ya, porque todo el tiempo transcurrido pertenece a la muerte. Haz, pues, querido Lucilio, lo que me escribes que haces; emplea bien todas las horas y menos necesitarás del porvenir cuanto mejor trabajes en el presente. Mientras nos detenemos, transcurre el tiempo. Todas las cosas nos son ajenas, querido Lucilio; solamente es nuestro el tiempo. De esta única cosa nos puso en posesión la Naturaleza, pero es tan ligera y resbaladiza que nos la puede quitar cualquiera; y tal es la necedad de los hombres, que agradecen las bagatelas que se les conceden y por nada cuentan el tiempo que se les ha dado y sin embargo, tan grande cosa es que ni el más generoso podría pagar jamás. Me preguntarás tal vez qué hago yo que tales consejos te doy. Confesaré ingenuamente que obro como los que viven en el lujo, pero con economía: llevo cuenta de mis gastos. No puedo decir que no pierdo nada, pero diré cuánto y cómo pierdo; es decir, daré cuenta de mi pobreza. Me ocurre como a los que han caído en estrechez sin culpa propia: todos les compadecen y ninguno les socorre; ¿qué importa? no contemplo pobre al que se contenta con lo que le queda. Te deseo, sin embargo, que conserves lo poco que tienes y que comiences desde temprano; porque, como decían nuestros mayores, inútil es la economía cuando no queda ya nada. Lo que queda en el fondo no solamente es poco, sino que además es malo. Adiós.

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